Abdalá Bucaram, “el loco que ama”
“Me llaman Abdalá el Loco, pero los dementes hablan desde el corazón y ven con el alma”. Así se manifiesta Abdalá Bucaram Ortiz, y el hombre siempre ha practicado lo que predica. Pero, ¿quién es y por qué debería importarnos? Abdalá Bucaram puede ser el más famoso —infame, según algunos— ecuatoriano de todos los tiempos, ya sea en su país natal o en el resto del mundo.
Abdalá Bucaram nació en un barrio adverso, en la costera Guayaquil, hijo de una familia de inmigrantes libaneses muy trabajadores, y pasó su juventud jugando al fútbol en la calle y estudiando con esmero en la escuela. Ambos esfuerzos dieron sus frutos: Bucaram obtuvo sus títulos en educación física y abogacía, y fue corredor de carreras cortas en el equipo olímpico del Ecuador en 1972. Tras decidirse por una carrera en la política, puso su viveza callejera al servicio de la construcción de un distrito electoral leal entre los pobres de Guayaquil que, con el tiempo, lo vieron consagrarse alcalde de la ciudad. Bucaram seguía presentándose como el campeón de los oprimidos, y generaba descontento con “el sistema” en Ecuador, lo cual lo llevó a ganar el premio mayor: la presidencia del país en julio de 1996. Ahí fue cuando comenzaron los problemas… El populismo de Bucaram tenía mayor eficacia cuando cuestionaba a la autoridad. Ahora, ÉL era la autoridad…
En un esfuerzo por desviar la atención de una creciente lista de escándalos y denuncias de corrupción, Bucaram comenzó a hacer lo que mejor hacía: ser él mismo. Comenzó con el lanzamiento de su CD de música, intitulado “El loco que ama”. Siguió con los medios de comunicación, y en televisión Bucaram se afeitó en vivo el bigote que lo distinguía. Por desgracia, tenía sólo un bigote que afeitarse por su país, por lo que decidió darle continuidad a eso al invitar a otra ecuatoriana famosa/infame, Lorena Bobbit, a que almorzase con él en el Palacio Nacional. No se sabe si ese día los cubiertos incluían cuchillos.
El Presidente Bucaram no sólo asistió al concurso de la Reina Mundial del Banano, sino que además tomó el micrófono y le cantó con voz suave a la ganadora, rodeado de concursantes semi-desnudas. Para este entonces, muchos en Ecuador ya pensaban que las payasadas de Bucaram habían dejado de ser cómicas para pasar a integrar el reino de la locura. Cuando difamó a un ex-presidente al compararlo con un burro, su situación empeoró. Su disculpa pública (no al político, sino a los burros) complicó aún más las cosas. Finalmente, en febrero de 1997, con manifestaciones en las calles y la economía hecha un desastre, el Congreso ecuatoriano acusó a Bucaram con el fundamento de “incapacidad intelectual” y rápidamente éste se exilió en Panamá para escapar de los amenazantes cargos de corrupción.
Y así es como termina la historia de Abdalá Bucaram… ¿o no? En abril de 2005, Abdalá Bucaram se bajó de un helicóptero en las vaporosas calles de Guayaquil frente a los vítores de miles de seguidores. Gritándole a la multitud que estaba “más viejo y loco que nunca”, el prolijamente afeitado Bucaram manifestó su intención de ganar nuevamente la presidencia del Ecuador. Permanezcan sintonizados… ¡El hombre al que llaman “El Loco” está de vuelta!