La rivalidad de las ciudades del Ecuador
La mayoría de los países padecen de cierto grado de rivalidad entre las distintas regiones o las grandes ciudades, tales como Nueva York y los Ángeles, Tokio y Osaka, y así sucesivamente. Con frecuencia, estas rivalidades se resuelven en el campo de los deportes. En una ocasión notable, sin embargo, la rivalidad en los deportes hizo estallar la guerra entre naciones. Esta fue la denominada “Guerra del fútbol” entre Honduras y El Salvador en 1969. La guerra de cinco días fue, en realidad, el resultado de tensiones continuas entre los dos países, pero los disturbios que siguieron a un partido belicoso fue la gota que colmó el vaso. En el caso del Ecuador, la rivalidad es entre dos de las ciudades más importantes: Quito y Guayaquil.
La rivalidad entre Quito y Guayaquil se remonta a varias generaciones, casi tanto como la fecha de nacimiento del Ecuador. En los años que siguieron a la independencia alcanzada en 1830, dos figuras políticas se convirtieron en polos opuestos que atraían a los seguidores de posiciones políticas rivales. Juan José Flores fue el primer Presidente del Ecuador, y gran parte de su apoyo provino de la ciudad de Quito y la región montañosa de la parte central del país. Los partidarios de Flores eran, fundamentalmente, conservadores, en tanto que los seguidores de Vicente Rocafuerte eran liberales y se ubicaban en la ciudad costera de Guayaquil. Dado que Flores y Rocafuerte competían por el poder y, a veces, se alternaban en el cargo de primer mandatario, se estableció una intensa rivalidad que continuó por mucho tiempo después de que estos dos fundadores falleciesen.
Sierra y Costa: estos nombres significan las identidades culturales y regionales que han chocado en el Ecuador desde los días de Flores y Rocafuerte. Los serranos de Quito son tradicionales en sus puntos de vista; hablan con suavidad y en forma deliberada. Los liberales costeños de Guayaquil y de las tierras bajas hablan fuerte y rápido y sus conversaciones están sazonadas con palabras y expresiones que caracterizan a la región. Cada grupo está convencido de su superioridad y desprecia al otro. Los serranos se sienten agraviados por el hecho de que las exportaciones de su región deban atravesar Guayaquil, lo cual hace que el valor competitivo disminuya por causa de aranceles y cargos.
Los costeños siempre han sentido que los burócratas del gobierno de Quito los agobian con impuestos y gastan el dinero que se gana en el área costera en proyectos que benefician a la región montañosa. A veces esta rivalidad ha estallado en forma violenta. Hacia fines del siglo XIX, se sucedieron magnicidios de presidentes y políticos, y el país avanzó, con paso vacilante, a una breve guerra civil. En la actualidad, las pasiones entre Quito y Guayaquil siguen encendidas, pero la rivalidad se juega de una forma más civilizada: en la cancha de fútbol.